Sydney!
Bajo el sol y rodeada de playas siempre a punto, Sidney es el epicentro cultural y económico de Australia,y prácticamente de todo el continente. Como el resto del país, es una ciudad que se ha cimentado con la llegada de inmigrantes de todo el mundo, de ahí su carácter abierto y desenfadado, proclive a la multiculturalidad. Y si hablamos de rankings, ahí van dos datos concluyentes: ocupa el puesto número 15 como ciudad más cara del mundo, y siempre se sitúa entre los primeros puestos de nivel de vida.
Y no mienten: es una ciudad agradable, tanto para coches como para peatones. Se jacta de mantener siempre el termostato a niveles templados, lo que acaban empujando a la gente hacia sus orillas. Y es que Sídney es el destino idóneo para todos los aspirantes a cuerpos broncilíneos: buen tiempo, terracitas al sol y playas como Bondi Beach, extendiendo a lo largo de kilómetros todo tipo de pretextos para darse un chapuzón. Y entre tanto, surferos, desafiando las olas del Océano, con porte robusto y movimientos medidos. Si damos la espalda al mar, aún quedarán alicientes para adentrarse, entre montañas y parques nacionales, como el de Blue Mountains.
Dentro de la ciudad, destaca el Opera House, símbolo inapelable de la ciudad, que fue diseñado por el arquitecto danés Utzon. Sus 1.056.006 azulejos de color blanco refulgen bajo el sol, albergando en su interior conciertos, óperas y representaciones de danza, si bien resulta complicado conseguir una butaca libre. De cara a pasear, será muy agradable recorrer los Jardines Botánicos Reales y el Acuario de la ciudad, abarrotado de especies exoticas. El pasado colonial de Sídney resiste en su zona antigua y en edificios como la St Mary Cathedral o el de la universidad. La ciudad arrancó en 1788, y fue el primer asentamiento de las colonias británicas eligieron para instalarse, a los pies de la Bahía de Jackson. Su momento de mayor expansión poblacional llegó con la Fiebre del oro de 1851, que sumada a la Revolución industrial, hizo que la ciudad entrase en el siglo XX superando el millón de habitantes.
Cierto es que Sídney no tiene un gran patrimonio monumental, si bien resulta interesante visitar el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad. Aún así lo mejor que puedes hacer es pasear, un lugar agradable es Circular Quay, una calle muy concurrida de turistas, plagada de tiendas, restaurantes, hoteles y cafés al aire libre.
La noche es la mitad del día, y probablemente su mejor mitad. Sídney lo sabe de sobra, y de ahí la fama de diversión nocturna que la precede. Para comprobarlo no hay más que pasarse por The Rocks, la zona antigua de la ciudad, o por el distrito de King Cross. Si de repente te ves envuelto entre banderas arcoiris y música, probablemente estés en Oxford Street, el barrio gay de la ciudad. Pero para tomar una copa tranquila, sin duda, la mejor opción será dejarse caer en las terrazas del Harbourside, con vistas al Océano.
Fuente: traveler.es